04 abril 2005

Sabiduría nutricionera

Quien más y quien menos, queridos lectores y lectoras, habreis supuesto por algunos comentarios que he puesto por aquí que no soy lo que se dice una sílfide. No estoy como un palo precisamente. Vamos, que, tirando de eufemismos, estoy algo rellenito, fuertote, inmenso o superbienalimentado. Vamos, que tengo peso especifico (mucha densidad), como el cobre o el plomo. Sin medias tintas, que estoy gordo. Gordo por no decir obeso. Cosas que pasan.

Tranquilidad, el post no va de autocompadecimiento de lo que significa estar gordo en esta sociedad (tendría para hacer un blog solo de eso, seguro que alguno hay, pero no estoy por la labor), solo va de que por razones que no vienen al caso, hoy he ido a una charla sobre Nutrición.



Tenía la preocupación que fuera más una terapia de grupo que una verdadera charla sobre habitos alimenticios. En el recinto estábamos unos treinta gordos y gordas. Uno especialmente era un armario ropero de 4x4. Mediría unos dos metros y pesaria facil 150 kilos. Mientras esperabamos al ponente nadie hablaba ni se reía (es totalmente falso de que los gordos somos felices por naturaleza). Por fin llegó y nos soltó el típico rollo (Bollería mala, fibra buena. Azucar malo, Verdura buena, Ejercicio bueno, sedentarismo malo). Después de tres cuartos de hora de obviedades, dio por concluido el discurso. En el turno de preguntas, solo se atrevió a hablar el armario ropero. El intercambio de palabras fue algo así:

- AR (Armario Ropero): Perdone, una pregunta.
- P (Ponente): Digame.
- AR: Osea, que realmente, el secreto para adelgazar es hacer mucho ejercicio y comer poquito.
- P: Bueno, tampoco es eso, hay que comer lo justo y sí, si es bueno hacer ejercicio.
- AR: Entonces ¿es bueno hacer la dieta de la Pera no?
- P: ¿Y en que consiste la dieta de la pera?
- AR: FOLLAR MUCHO Y CANDADO A LA NEVERA.

A veces una frase contundente es mejor que una hora de charla intrascendente.