27 abril 2006

Reflexiones laborales

Hoy me han dado dos noticias. Una buena y otra mala. La buena es que me prorrogan el contrato. La mala es que sigue siendo un contrato temporal. Tampoco me esperaba uno indefinido, la verdad. Tal y como están las cosas, lo más sensato es entonar el manido "virgencita virgencita, que me quede como estoy".

Hoy hago un año en mi puesto de trabajo actual. Un año muy duro. Un año donde he estado pagado con creces mi inexperiencia en el múndo de los números. He estado purgando mis pecados, mis decisiones fallidas. Sí, he aprendido cosas, pero a un precio alto. Se supone que me estoy forjando un futuro, comenzando a poner las bases de lo que puede ser mi profesión definitiva, aunque no me guste mucho.

Después de un año a este ritmo, estoy comenzando a pensar que no es muy sano. De momento continúo, a la espera de rachas mejores. Si no llegan, sería momento de cambiar de aires ... si mis obligaciones de pago lo permiten ...