27 agosto 2006

Sucedáneos

Hoy me apetecía un montón tomarme un café calentito después de comer, pero no un café cualquiera, un café café. Vamos, cafeina a tope. Me estaba apeteciendo un café colombiano, brasileño, jamaicano, costarricense o etíope. Un café con fuerza, con sabor, cremosito, aromático. Un buen café para sobrellevar el último domingo de vacaciones.



¿Y que me he tomado?. Un Nescafe descafeinado con agua y sacarina. Por razones de salud y estética vivimos en el mundo del sucedáneo. Sano será, pero triste también, porque no hay color.