29 septiembre 2006

El varón del Tango

Como ya expliqué un día aquí, el tango provoca en mí sentimientos encontrados. De pequeño escuché horas y más horas de cintas de tango que ponían mis padres en nuestro querido reproductor Sanyo. También les ví bailar a ellos miles de veces. No me gustaba nada esa música, me aburría. En aquella época yo estaba más por otras labores, no para oir a señores serios cantar al desamor, a la melancolía y a la soledad. Pero a fuerza de oir y oir esa música de fondo, se me quedaron grabadas todas esas letras desencantadas, depresivas y tristes de los clásicos del género.



Últimamente he vuelto a oir tangos, no por obligación, sino por devoción, por que me apetece. Mas allá del cercano Malevaje y del Legendario Gardel (que cada día canta mejor), uno de mis favoritos fue siempre Julio Sosa, el varón del tango. Me sabía casi todos los tangos que interpretó de memoria. Un personaje carismático que fue todo un ídolo para los fanáticos del género en el Buenos Aires de los años 50. Falleció en accidente de coche a los 38 años, lo que sin duda contribuyó a convertirlo en figura recordada.

Lo mejor es que ahora entiendo el porqué de las letras, que se convierten en pequeñas historias fascinantes, y por eso me gustan más. Para muestra un botón:

Araca, Corazón (Alberto Vacarezza, Enrique Delfino, 1927)

Araca corazón! Cállate un poco!
y escucha por favor este chamuyo,
si sábes que su amor es todo tuyo
y no hay motivos para hacerse el loco,
araca, corazón, cállate un poco!

Así cantaba
un pobre punga,
que a la gayola por culpa de ella,
fué a descansar, mientras la paica,
con sus donaires,
por esas calles de buenos aires
se echó a rodar.

Mas como todo se acaba en esta vida,
una tarde salió de la prisión
y al hallarla, le dijo el pobre punga,
volvé de nuevo al nido, por favor.

Volver no puedo,
dijo la paica,
el amor mio
ya se acabó,
pasó una sombra,
se oyó un balazo,
cayó la paica
y una ambulancia
tranquilamente
se la llevó.

Y, nuevamente, en las horas de la noche,
cuando duerme tranquilo el pabellón,
desde la última celda de la cárcel
se oye cantar del punga esta canción,

Araca corazón, cállate un poco
y escucha por favor este chamuyo,
si sabes que su amor nunca fué tuyo
y no hay motivos para hacerse el loco...
araca, corazón! Cállate un poco!