16 noviembre 2006

Frustración

Hoy he llegado a casa derrotado, muy abatido, desilusionado. Cuando pones interés en tu trabajo, te sacrificas por hacerlo bien, sigues fielmente instrucciones y echas más horas que un reloj deberías sentirte bien contigo mismo. Pero las cosas se han torcido inesperadamente y se han encendido todas las alarmas.

No ha sido por culpa mía, pero yo me llevaré todas las culpas. La cuerda siempre se rompe por el más débil, y yo, que nunca ha sido un portento de fortaleza, tengo claro por donde se va a romper. En el fondo vuelvo a sentir esa sensación de frustración, de volver a pensar que soy un pobre pica-asientos al que le dieron mucha responsabilidad en temas bastante delicados y no ha sabido estar a la altura. Estoy apuntado con el dedo acusador del fracaso. Igual que hace diez días veía el futuro claro, hoy lo veo negro e inestable. Ha vuelto con toda la crudeza el desencanto más descarnado y agrio. El más peligroso ...