10 febrero 2007

El termómetro kafkiano

El termómetro es ese aparato del demonio que te dice si tienes fiebre o no. Es un adminículo bastante kafkiano, porqué no decirlo, pero de innegable utilidad, porque en menos de tres minutos emite un veredicto más o menos incuestionable sobre tu estado febril. Y de ese dato siempre dependen algunas decisiones.



En principio los resultados del cacharro suelen ser fiables. Dependerá de la calidad del aparato. Yo mantengo que los mejores son los de toda la vida aunque su lectura sea tarea de chinos, haya que batirlo energicamente y se rompa con suma facilidad. Los digitales pueden ser muy bonitos y muy sencillos de usar pero no me fío de los sensores digitales, son una patraña. El modo de uso también influye en la exactitud del resultado. Dicen que en boca es mucho más fiable, pero la axila es un clásico. Lo de otras cavidades ya queda en terreno de la ciencia ficción. En realidad el termómetro lo usamos más para reafirmar lo que ya sabíamos, porque no se vosotr@s pero yo cuando tengo fiebre lo noto enseguida: Calentura + cansancio + falta de apetito (en mi caso este último dato no falla nunca) son síntomas inequívocos.

Después de dos días febriles, el termómetro ha dicho esta mañana que vamos mejorando. El momento crítico, esos tres o cuatro segundos desde que el termómetro abandona tu cuerpo hasta que realizas la lectura es como un juicio sumarísimo, como cuando la secretaria del departamento saca las notas del examen al tablón de anuncios. Una vez leido el resultado, ya sea preocupante o tranquilizador, siempre tengo la costumbre de batirlo para guardarlo con el mercurio por debajo de 35º. Me da mal rollito observar mi última medida. Es una manía, lo reconozco ...

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