15 mayo 2007

Móvil de porcelana

Si me dices que se me ha caído el móvil al suelo y se ha roto, lo entiendo. Si me dices que he estado jugando con un imán en el móvil y no funciona, lo entiendo. Si me dices que el móvil se introduce accidentalmente en la pila de lavar los platos, llena de agua con fairy, entiendo que no rule. Incluso si me cuentas que Kaiser ha secuestrado el móvil y le ha metido sus fauces a saco, lo puedo llegar a entender.



Pero lo que no entiendo ni entenderé nunca es que sin hacer nada de lo anterior se estropee la pantalla de mi flamante Nokia 6131. Lo tenía en el bolsillo y funcionaba. Lo vuelvo a abrir y me sale en la pantalla un bonito fractal de colores psicodélicos que ya no se ha vuelto a quitar.

Supongo que lo llevaré a ver si cuela que me den otro. De momento voy tirando con mi vetusto pero robusto Nokia 3100. No tiene ni java, ni bluetooth, ni camaritas ni leches en vinagre, pero ya lo puedes martillear que sigue funcionando. Este si es que es un móvil de batalla, y no el 6131, que lo miras y se rompe.

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