17 julio 2007

Mate nostálgico

Hace más de un año y medio, desde que abandoné el núcleo familiar, que no me tomo un buen mate. Y el caso es que podría intentar prepararme uno, tengo los útiles necesarios (a saber, mate, bombilla y pava) y la yerba (si es Taragui, mejor) la podría conseguir sin mayores problemas. El pero es que, pese a haber visto millones de veces cebarlo a mis padres y a mi abuela, no me sale bien. Decidido, la próxima vez que vaya a casa de mi progenitor le diré que me prepare uno e intentaré aprender de una vez por todas.



Es curioso, hasta hace poco no lo echaba de menos, pero llevo unos días con el antojo. Mucha de esa apetencia tiene que ver con la nostalgia de tiempos pretéritos en casa, donde el mate era la excusa para sentarme los domingos por la mañana en la cocina con mi abuela, mis padres o mi hermano y charlar de lo divino y de lo humano. Esos tiempos ya no volverán, pero el sabor de esos mates pervivirán en mi memoria para siempre.

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