14 agosto 2008

El barbudo vacacional

Uno de los pocos símbolos de libertad del oficinista moderno: Dejarse barba en vacaciones. Sé que es una libertad efímera, con fecha de caducidad, y seguramente el domingo 31 de agosto acabe de un gilletazo este ejercicio de insurrección laboral, pero que me quiten lo bailao. Se me ocurren pocas cosas más plácidas y de vagancia total que no afeitarme por la mañana, seguramente porque inconscientemente lo asocio a ir a trabajar.


Imagen: Coldplaying.com

A la Sra. Bedel, dicho sea de paso, no le gusta nada que me deje barba y dice que parezco un puercoespín (no se si más por puerco o por espín). Lo malo es que ya ha comenzado el chantajillo emocional de todos los años diciendo que no me acerque que pincho. Yo, de momento, me resisto, pero nunca se puede decir de este agua no beberé ni este cura no es mi padre.

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