20 diciembre 2008

De arbolitos y espíritus navideños

Con tanto trajín y tantos problemillas cotidianos que da la vida, no había tenido tiempo de darme cuenta de que la Navidad había llegado hace días a las glorietas de Madrid, en forma de gigantescos y luminosos árboles verdes. Gracias Sr. Gallardon por sacarme de mi ensimismamiento.


Fotografía tomada desde Autobús de la EMT.

Y hablando de arbolitos, este año tampoco. Desde que nos hemos mudado la Sra. Bedel y un servidor a vivir en pecado, no ponemos arbolito de navidad, ni lucecitas, ni belén, ni guirnaldas en la puerta. Tampoco es que seamos fundamentalistas del club de Mr. Scrooge, pero el espíritu navideño se ha ido perdiendo en nosotros. Somos dinkis de manual, que le vamos a hacer.

Si hubiera o hubiese prole, todavía tendría sentido (siempre he pensado que la navidad está inventada para los niños), pero como no es el caso, preferimos otros referentes menos tradicionales de la navidad, como abrir la cesta de la empresa (habrá post específico sobre esto), estar atentos al sorteo de lotería y mentar con todas nuestras fuerzas a la madre de los programadores de televisión en estas señaladas fechas (con especial atención al del programa de villancicos de Raphael).

Ains, espíritu navideño, que olvidado te tenemos.

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