25 mayo 2009

Historias de gordos (I). El ascensor

No hace falta decir que ser gordo en esta sociedad es una desgracia, lo mires por donde lo mires. No solo ya por la salud o la imagen, que también, sino por algo tan cotidiano como la relación con tu entorno. Ejemplos sobre el tema hay para dar y tomar. Esas situaciones vitales cotidianas que se producen con el "gordito" como protagonista son muy poco edificantes para el idem, y rayan a veces la crueldad o sorna de los demás implicados.

Situación típica del urbanita entrado en carnes. Vas solo en un ascensor de 4 personas ... de cuatro personas "normales" para el que ha hecho el ascensor claro, es decir, de 75 kilos cada una. A mitad de trayecto el ascensor se para y entran tres personas más. O alguna de ellas es un fideo que está en los huesos o un niño de cinco años, o el ascensor no se va a mover ni aunque lo mates. Y el 90% de las veces es lo que pasa, que no se mueve, con el agravante que además se entera todo el edificio porque se encienden luces y suenan alarmitas.

Vale, ante todo la seguridad, no se puede recargar el ascensor, pero la situación es un poco kafkiana. Sin solución de continuidad todos clavan su mirada acusadora al gordo. Tú pones cara de circunstancias y, amedrentado al ser observado como un vulgar delincuente, te suele salir una medio sonrisa de payaso triste y ese eufemismo tan socorrido y lamentable de "es que yo valgo por dos". La situación es muy incomoda y, normalmente, suele acabar con algún otro comentario pretendidamente gracioso y, casi siempre, desafortunado de los otros usuarios del elevador. Para más inri, normalmente son éstos los que salen primero (tú estás al fondo y es imposible que puedas salir), con lo cual cuando se cierra la puerta y continúas viaje, los que se quedan sin poder bajar lanzarán sapos y culebras porque por culpa de este puto gordo de mierda de este vecino obeso, llegarán tarde al trabajo hoy. Con todo, lo peor no es eso, lo peor es el sentimiento de culpa que produce la situación en el sufrido barrigón y la inevitable comida de tarro subsiguiente.

Propongo aquí y ahora, que no se pongan carteles en los ascensores del tipo "Peso máximo 300 Kg - Cuatro Personas", y se digan solamente los kilos máximos, porque, que yo sepa, los gordos también somos personas, aunque valgamos por dos ...

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2 Comments:

At 11/1/11, 3:03, Blogger Miel said...

siii eso es verdad, debe ser muy desagradable estar en esa situacion...yo lo pienso cuando hay problemas con los asensores porque tambien todos somos personas....
yo soy muy delgada pero me siento muy identificada, odio como la gente me juzga por como me veo, odio como asquerosos hombres me ven con cara como si fuera una cosa, supungo que ese prejuicio es similar al que sufre la gente gorda y tal vez mas doloroso...pese a lo humillante que es para una mujer que te vean como un trozo de carne

 
At 10/7/13, 22:17, Blogger essostre said...

Yo soy gordito. Peso entre 95 y 100 kilos y no puedo subir en el ascensor con mi mujer y mis hijos. Pero no me molesta, no creo que lo mío no sea lo normal o lo lógico. De hecho la mayoría de la gente de mi edad está gordita, así que lo normal es eso. si la ropa no me queda, es la ropa la que no encaja. Y a quien no les guste, problema que tiene.

 

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